Cuando hablamos de calidad entramos en un terreno endeble, pues es de esos conceptos subjetivos que no logramos descifrar del todo. Como padres, también entendemos la calidad humana como algo que nos gustaría inculcar en nuestros hijos. Pero ¿qué es? ¿En qué consiste y cómo fomentarla? ¿Cómo saber si estoy educando adecuadamente a mis hijos? A continuación te damos algunas claves.
La calidad humana, lo que nos hace únicos
Hablar de calidad humana significa hablar de moral y ética. El Diccionario de la Lengua Española nos dice que es una “propiedad o conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor”. Es relevante distinguir algo: cuando hablamos de calidad humana es necesario apuntar que coexisten matices intermedios y no absolutos como buena o mala.
Sin embargo, para efectos de una educación integral, como padres, a lo que aspiramos es a que nuestros hijos tengan buena calidad humana. ¿Cómo hacerlo? Para lograrlo son varios los factores que intervienen:
- La calidad humana se adquiere, en primer lugar, mediante influencia directa de los padres o tutores; es decir, del primer entorno que el pequeño recibe desde que es un bebé. Hay que ser sumamente cuidadosos en lo que decimos y en cómo nos ven interactuando con los demás.
- Por lo anterior, los pequeños aprenden más con los ejemplos que con las instrucciones y lo que se le enseña teóricamente. La práctica que vea de los padres será determinante para desarrollar una buena calidad humana, así que más que las palabras, los regaños y castigos, el ejemplo que demos como padres será su aprendizaje.
- No hay absolutos. Tener buena calidad humana no significa que nosotros o nuestros hijos no podamos enojarnos, sentirnos tristes o reaccionar de manera negativa.
Esto es lo que precisamente nos hace humanos, pero la buena calidad humana implica que las consecuencias de nuestros actos no perjudiquen a los demás voluntariamente; herir por placer con hechos o palabras.
- Aunque nos esforcemos por enseñar qué es bueno y qué es malo a nuestros hijos, todos somos falibles; es decir, todos fallamos en diversas situaciones a lo largo de la vida y no siempre podremos mantener una imagen de buena calidad humana hacia los demás. Por supuesto, esto puede generar que los demás tengan una percepción negativa de nosotros.
Vivimos en un mundo lleno de etiquetas y que busca el placer de manera instantánea, lo que desencadena que valoremos a los demás de acuerdo a la perspectiva que tenemos cuando sus acciones y creencias no están en consonancia con lo que cada uno de nosotros desea.
Debemos entender que cada persona es única y tiene derecho a actuar y a creer con base en sus propios principios.
- La buena calidad humana no nos hace superiores. Antes de juzgar la calidad humana de alguien, hazte una pregunta: ¿es menos humano o humana por actuar de tal o cual manera? En realidad no.
Es cierto que existen conductas y comportamientos patológicos que deben ser atendidos, pero también debemos entenderlos como un resultado de las dinámicas sociales y de un desconocimiento de la inteligencia emocional.
Hay que decir que una opinión siempre será parcial, aun con todos los datos duros que poseamos para sustentarla, y demostrará un punto de vista personal o colectivo, pero nunca será la verdad en sí misma.
En ese sentido, al considerarnos como de mejor calidad humana que otros, estamos cayendo en un autoengaño, ya que esta conlleva poseer valores como la compasión, la empatía y la justicia hacia los demás.
- Poner límites nos hace malos; la buena calidad humana no tiene que ver con estar abierto siempre a cumplir los deseos de los demás. Es importante ser empáticos y estar dispuestos a ayudar, pero siempre dentro de las posibilidades que uno mismo tenga para ofrecer.
En ocasiones, nuestros pequeños se ven obligados a ser cómplices de actos injustos, en los que deben guardar secreto por una promesa de amistad o de represalias. Por esta razón es crucial enseñar a nuestros pequeños qué son los límites y cuándo ponerlos en práctica en sus interacciones sociales con amigos, familiares y demás adultos.
En síntesis, podrás darte cuenta de que la buena calidad humana implica educar en valores: respeto, amabilidad, empatía, tolerancia, honestidad y solidaridad.
Cómo fomentar la calidad humana en casa
Aunque se lea confuso, en realidad el parámetro lo decides tú como madre o padre. Al observarnos, podemos concluir que nos criaron y criamos conforme los patrones que llevamos a cuestas de nuestros ancestros. Con nuestros pequeños experimentaremos lo que realmente implica ver puestos en práctica los valores que recién enlistamos.
Una buena calidad humana la determinan también nuestra personalidad, el carácter, las creencias, e incluso el nivel de bienestar físico y mental que poseamos.
Cuando no existen entornos que fomenten un equilibrio entre estos elementos, así como una óptima atención a nuestros pequeños, descuidamos lo más importante que tienen: su espíritu y la capacidad para ser personas de bien.
En un mundo hostil es indispensable que formemos seres humanos capaces de ayudar a los demás. Es por ello que hemos enlistado algunos consejos para fomentar una buena calidad humana desde casa:
Lo importante es el interior
Enseña a tu pequeño que el interior de las personas vale más que cualquier aspecto físico que vean de los demás. Esto se logra no dando importancia a las críticas o burlas por el aspecto de alguien, sino celebrando cuando se crea una conexión profunda de amistad o amor.
El conocimiento es importante
Motiva a tu pequeño para que adquiera conocimientos trascendentales para él o ella, como contenido científico o artístico, y no mire contenido superficial, como videos de bromas, chismes de espectáculos o similares. Esto último fomenta la burla hacia otros e impide la auto superación.
Colaboración en el hogar
Fomenta que tu pequeño ayude en casa con tareas domésticas y no le des todo en el momento en que lo pide. Si bien los niños necesitan recompensas, la vida no siempre recompensa por todo lo que hacemos. Enseñarles a ayudar sin recibir nada a cambio, sino hacerlo por un acto de amor, es la clave de una buena calidad humana.
La educación es un concepto en el que se contemplan nociones correspondientes no solamente al saber intelectual. La ética y la moral, ya mencionadas, se están perdiendo como asignaturas en programas educativos porque no son vistas como un saber primordialmente productivo, como los saberes técnicos.
No hay doctorados en moral o en ética, por lo que los planes de estudio han desistido de enseñar estas disciplinas con base en una estrategia educativa.
Así, como padres, también debemos cuidar que el colegio de nuestros pequeños sea un entorno donde crezcan saludablemente en valores practicados a diario. En Colegio Viktor Frankl uno de nuestros objetivos principales es formar seres humanos con valores, listos para aplicarlos en todos los ámbitos de su vida.
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